La sexualidad en la Edad Moderna, acompañó al Renacimiento. Basta echar un ojo al arte renacentista para observar la exaltación de la sexualidad femenina, por ejemplo. Pero debemos recordar que la Inquisición estaba haciendo de las suyas, castigando a diestro y siniestro cualquier «aberración» contra natura. Nada de sodomía, ni de homosexualidad, ni de masturbación… En general, ninguna relación sexual que no tuviese como objetivo la procreación, dentro del sagrado matrimonio, estaba bien vista. Si te pillaban in fraganti, ¡incluso te podía costar la vida! Los inquisidores consideraban el sexo por placer de lo más inmoral. ¡Así estaba el patio en el siglo XVI!
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En los dos siglos posteriores, la Iglesia «se relajó» y el ambiente sexual se fue «modernizando» un poco. Pero no os penséis que demasiado. Hasta finales del siglo XIX, el puritanismo reinó el mundo. ¡Se relajaron los católicos y nos topamos con los protestantes! El sexo seguía siendo pecado, y el placer seguía conteniendo culpa. El cuerpo perdió su naturalidad, y aumentaron los tabúes sexuales y las restricciones. La rigidez moral era ley. ¡No eran nada modernos, estos modernos!
